A modo de presentación

Soy autor de varios libros e innumerables artículos y tengo la sensación de que son pocos los que me conocen y menos aún los que me leen y es una pena, pienso yo, porque todas mis publicaciones, las he ido elaborando con mucho tesón y cariño, como sucede a tantos otros autores. El caso es que he hecho un alto en mi camino y me he dicho a mí mismo: ahora toca emplear tu tiempo a exponer en el mercado lo que con tanto trabajo has ido cultivando en el huerto. Mirando y mirando me encontré con EBROLIS que me pareció interesante y además me brindaba la ocasión de formar parte activa de una tertulia de la que tantas cosas tengo que aprender. Mi primera aproximación hacia vosotros quisiera hacerla a través de un libro Titulado " Tránsito de la Modernidad a la Posmodernidad", publicado recientemente por la Universidad Católica de Ávila en una edición reducida, que se agotó rápidamente y ha vuelto a ser reeditado por AMAZÓN con el subtítulo “La cultura de nuestro tiempo se ha vuelto insustancial” que seguramente no deja indiferente a nadie y en esas estamos…
Os preguntareis ¿ De que va esto? Os cuento un poco por encima:
Este libro se ocupa del tema de nuestro tiempo. Sus páginas tratan de aproximarnos al punto donde ahora nos encontramos, después de haber abandonado el mito de la modernidad en que hombres y mujeres estaban poseídos por la diosa razón. Los de ahora son unos tiempos turbulentos, marcados por las dudas y vacilaciones. Hemos cambiado el optimismo por la frustración y lo hemos hecho plácidamente, sin nostalgias, ni sentimiento alguno de culpabilidad. Después de haber abandonado todas las seguridades, lo único que nos ha quedado es la sospecha y unas ansias locas de vivir a tope el momento presente, como si el pasado nunca hubiese existido y como si el futuro estuviera condenado a estrellarse con la muerte, sin esperanza alguna.
A quien lea este libro le será más fácil ya, entender por qué la posmodernidad que nos está tocando vivir ha sido caracterizada como la era del vacío, donde la realidad ha quedado difuminada bajo la capa de una tenue neblina. Y ¿ Qué más voy a encontrarme en este libro ? Pues sin duda te vas a encontrar con una problemática que no te es desconocida, sino que te afecta muy de cerca y que no viene nada mal traerla a la memoria y reflexionar sobre ella. Seguramente estamos viviendo una de la etapas más apasionante de la historia, por supuesto la más importante para ti, entre otras cosas porque es la tuya, la que te pertenece por derecho propio. “Tránsito de la modernidad a la posmodernidad” te ofrece una exposición serena sobre unos temas que no han dejado de estar vigentes: Sus páginas se abren con una exposición abreviada de lo que ha sido el lento devenir humano a lo largo de la historia, que discurre pausadamente hasta aterrizar en la Modernidad, cuyo génesis se inicia a partir de Descartes, dando lugar a un optimismo desmesurado de la razón; pero el devenir de la historia continua y nos encontramos con que el sueño modernista acaba por diluirse para dar paso al desencanto postmoderno, en que de forma latente se hace presente Nietzsche, figura clave en la bóveda de tantos movimientos crítico-radicales y nihilistas. A partir de aquí va a ir apareciendo cada vez con más fuerza el discurso disolvente de la postmodernidad, asociado a movimientos juveniles de los años 60, y con una referencia inequívoca a autores tan significativos como: J. L. Lyotard, Derrida, Rorty, Vattimo, G. Lipovetsky , Zygmunt Bauman, y otros ideólogos del postmodernismo que nos han ayudado a comprender esta época tan compleja.
En este ensayo se habla también de la democracia relativista, como componente esencial de nuestra cultura , así como del declive de la razón, de la cultura fragmentada, de unas verdades provisionales con las que la razón científica se contenta e intenta mantenerse a flote. Como no podía ser por menos, se analiza el cuestionamiento de la historia, el subjetivismo gnoseológico, el relativismo ético, la configuración de una sociedad líquida como es la nuestra y por fin se pone de manifiesto la crisis de un cristianismo en medio de una nueva religiosidad emergente. Ojeando las páginas de este libro podrás descubrir, según pienso, aspectos radicales de la postmodernidad en la que estamos inmersos y que tiene en el “presentismo” una de las características que mejor le definen y que de forma clara ha puesto de manifiesto la pandemia de coronavirus que padecemos.
¿Cómo es visto este libro a través de otros ojos que nos son los del autor ? En realidad eso es lo que más importa ; porque en un libro cuando es publicado ya no pertenece al autor sino a los lectores, siendo ellos los que tienen la palabra. Dispongo de algunos enlaces ; pero quiero ahorraros la molestia y poneros en contacto directo con alguien como su prologuista que lo ha estudiado a fondo y ella os podrá decir . Aquí teneis el prólogo del que os hablo con el que se abre esta obra.

Prólogo
El libro que tenemos entre manos Tránsito de la modernidad a la postmodernidad, supone una gran aportación en el ámbito del pensamiento, pero también en el espacio sociocultural que nos ha tocado vivir. Hacía falta recorrer esa etapa de la historia de la cultura que se sitúa entre las dos grandes épocas del pensamiento más cercano a nosotros, es la base fundamental para entender la deriva del pensamiento actual; constituye también un impulso para buscar nuevos caminos y recomponer la vida, el sentido de la vida.
Ángel Gutiérrez Sanz en las reflexiones que nos ofrece en torno a este tema tan crucial, da muestras de su cualificación docente; sin duda, ser profesor de filosofía imprime carácter. Decía Ortega que la sencillez es la elegancia del pensador. Y si leemos a Ratzinger nos daremos cuenta de que a mayor profundidad de pensamiento mayor capacidad de síntesis; propiedad específica del sabio, del pensador. Pues bien, sencillez y profundidad aunadas es lo que podemos descubrir en las páginas de este libro. Cualidades tanto más apreciadas cuanto el tema es tan complejo y a veces turbio, como ocurre en esa convulsiva etapa de pensamiento que Ángel ha denominado “Transito entre la modernidad y posmodernidad”. En su empeño por descubrir los entresijos del pensamiento actual, el autor va haciendo calas sucesivas en los diferentes episodios socioculturales de los siglos XIX y XX, referenciados siempre a las figuras más sobresalientes del pensamiento. Se dice que el pensador es el preámbulo o quizá el epílogo de las diferentes etapas de la historia del pensamiento; es el observador, el interpretador cualificado de esos episodios y al mismo tiempo, el elaborador de las ideas clave que los vertebra. Ángel Gutiérrez, seguro de estas premisas, ha indagado las fuentes de esos hitos socioculturales, ha rastreado las peculiaridades de los autores más relevantes. Eso sí, ha sentado las bases de su reflexión en claves de interpretación que constituyen las columnas de la cultura occidental desde los griegos a nuestros días: la razón griega, el derecho romano, el cristianismo.
Efectivamente, estas tres vetas culturales son la médula de la cultura y civilización occidental y “el sustrato permanente del devenir humano”. Es importante ese anclaje del pensamiento. Sin esas bases filosóficas, antropológicas y socioculturales, es difícil, si no imposible, una interpretación adecuada del devenir histórico cultural. Sobre la nada no se puede pensar; y alardear de nihilismo, es una postura paradójica, que sólo puede entenderse como un momento de revisión, un revulsivo para encontrar de nuevo el camino.
Ángel Gutiérrez presenta esas bases de pensamiento en el primer capítulo; es lo que le va a permitir posteriormente, meter el bisturí hasta el fondo, para descubrir las causas de un declive en el pensamiento, del que, para colmo, se ha hecho gala y promoción; y cuyo exponente más visible es ese relativismo que perfila como “democracia relativista” y que presenta como característica más notoria de la sociedad occidental actual.
En la historia del pensamiento, los vaivenes de las ideas se han sucedido sin solución de continuidad; así ha ocurrido incluso en el pensamiento clásico. Exponentes de ello son Platón y Aristóteles, pero también San Agustín y Santo Tomás y más adelante, ya en plena modernidad, Descartes y Hume, o después Hegel y Marx… Pero hay otras cuestiones más al fondo de esa contrastación de ideas, son las actitudes básicas en el pensamiento que, sintetizando mucho, podríamos definir como la actitud realista y la subjetivista. Efectivamente, podríamos decir que el realismo ha caracterizado al pensamiento clásico; ese poner el punto de partida en la realidad para toda reflexión filosófica. Y, simplificando mucho también, el subjetivismo, en cambio, caracterizará al pensamiento moderno y posmoderno; ese poner el comienzo del pensar en el yo, ya sea el yo pensante, o el volitivo o el sentiente.
Encontraremos así paulatinamente, los grandes “sistemas de pensamiento”como los racionalismos o los idealismos, los grandes “sistemas de acción político social” como son las ideologías, característicos del pensamiento moderno. Si rastreamos esos sistemas, de una u otra índole, encontramos como premisa fundamental, el tránsito paulatino de la primacía del pensamiento a la acción, del pensamiento teórico al práctico y al técnico; de la primacía del conocimiento a la voluntad; de la verdad a la libertad, hasta convertirse ésta en leitmotiv de toda orientación ideológica, aun de signo contrario. Desde esa primacía de la acción,en la consecución de la libertad, los hombres del siglo XIX se constituyeron en protagonistas hacedores de la historia.
Una serie de conceptos van jalonando esa trayectoria: la razón, la ciencia, la acción, la libertad, la historia, la técnica. El hombre se hace centro y protagonista de la historia. Del humanismo se transita paulatinamente al antropocentrismo.
Pero hay otra deriva de ese subjetivismo, es el de la posmodernidad. Ya no es de corte sistemático, sino asistemático, ya no centrado en la razón o la libertad, en los sistemas derivados de estos conceptos –aunque sean de tan diversa índole–, sino en la voluntad individual, en la voluntad de poder o en la mera emotividad. Efectivamente, en los albores de la posmodernidad encontramos esa apología de todo pensar antisistema, del deseo exento de toda otra referencia racional. Se enarbola el yo individual, se hace ensalzamiento del deseo, se priorizan estos ámbitos de la subjetividad sobre todo otro contexto de pensamiento; es la apología de ego. Se habla incluso de “la religión del yo”; en fin, se sucumbe a un relativismo subjetivista, de todo orden, que ha hecho mella en las sociedades occidentales actuales.
Ángel Gutiérrez va haciendo una radiografía de estos hitos del pensamiento moderno y posmoderno. Después de esas pinceladas por las bases de la cultura occidental, referente fundamental de su estudio crítico, se centra primeramente en ese viraje cartesiano al subjetivismo como comienzo del pensamiento moderno. Acusa las consecuencias desastrosas de principios del siglo XX, derivadas de esa implantación de las ideologías, dejando a Europa como “una tierra asolada”. Un cambio de actitud se perfila, es el paso de la modernidad a la posmodernidad, cuyo gozne inicial podemos encontrar en Nietzsche. Señala las notas características de la posmodernidad que va perfilándose desde mediados de siglo y que se cifra, fundamentalmente, en la caída de la razón moderna, a la que acompaña el emerger de nuevas ideologías.
Surge una nueva consideración de la vida, la historia, la sociedad, la política, que declinan no solo de las vertientes clásicas del pensamiento, sino también de las modernas, y enarbolan, al mismo tiempo, nuevos referentes de acción. La cuestión social va a devenir paulatinamente en cuestión antropológica. Este es el basamento de las nuevas corrientes ideológicas. Así el posmodernismo, más que un pensamiento, es una postura ante la vida que, partiendo de la propia subjetividad como referente fundamental, reivindica una nueva sociedad basada en la crítica a todos los “tópicos”anteriores, todo “gran relato”, con la actitud relativista como engranaje común a todas las vertientes de crítica que enarbola, y con las miras puestas en la exaltación del yo emotivo, imperando el deseo sobre todo otro resorte personal.
Éstas son las claves de los nuevos “movimientos juveniles”, como motor de los cambios, ya no sociales, sino de mentalidad, que es lo que pretenden. Sucesivamente va haciendo análisis de los autores más relevantes del mundo postmoderno –Lyotard, Vattimo, Derrida, Baudrillard, Lipovetski, Bauman– y desgranando desde ellos los diferentes hitos del pensamiento que ocupa las postrimerías del siglo XX y principios del XXI. Señala, en primer lugar, el declive de la razón, al que seguirán “la democracia relativista”, a la que acompañarán, la apología de la ciencia o la técnica o el lenguaje, con el cuestionamiento de la historia y el desfundamiento de la ética, hasta concluir en una religiosidad sin Dios, o una religión del ego. como señalábamos más arriba. Si consideramos las bases gnoseológicas del subjetivismo moderno encontramos dos escisiones fundamentales como clave de interpretación: una en el conocimiento mismo, entre la experiencia y la razón; otra entre el conocimiento y la acción. En ambos casos, el resultado es un hombre quebrado, roto en las bases antropológicas, y una visión nihilista de la vida humana. Fácilmente se entiende esa deriva hacia el imperio del deseo, del yo individual, sin otro sentido ni referencia que el autocuidado, la ética sanitaria e indolora, que diría Lipovetski, con las consiguientes secuelas de una sociedad sin rumbo ni horizonte. Todo queda en cuestión salvo el individuo, cuyo único objetivo es el self service o más incisivamente, el self love. Pensamiento débil, devaluación de la razón, posverdad. Libertad sin referencia a la verdad y una consecuente ética indolora, sustentada en el posdeber. Amor líquido o “liquidación del amor”, en palabras de Bauman, en un presentismo del deseo y un rendimiento a imperativos sexuales. Y, en fin, una egolatría o “religión del ego” como culminación de esas quiebras antropológicas; la muerte del hombre, del “sujeto humano”, será la etapa crucial de ese cortejo fúnebre que se iniciara con la muerte de Dios y, sucesivamente, del hombre, la realidad, la verdad, el lenguaje…
Pero estas notas del pensamiento moderno y posmoderno, de signo tan negativo y tono tan pesimista, no son la última palabra, queda la otra cara de la moneda; la de un pensamiento fundado que tiene sus raíces en esas tres vetas culturales que hemos señalado al principio: la razón griega, el Derecho romano, el cristianismo, a las que Ángel Gutiérrez acude continuamente como referente de crítica e interpretación. En la actualidad brotan nuevos retoños de pensamiento realista, ese “nuevo realismo”, del que Ángel se hace eco, y que resurge como respuesta actual tras la confrontación con las derivas del pensamiento postmoderno. Este nuevo realismo sólo puede sustentarse en una recomposición del hombre. La cuestión antropológica, efectivamente, es la central. Una visión del hombre donde razón y voluntad van estrechamente unidas a la vertiente afectiva. En palabras de Ratzinger, verdad, libertad y amor integrados.
Esa es la base de una apertura realista a la trascendencia, a la acogida del cristianismo por el hombre de hoy; quizá mejor predispuesto a esa apertura, después de tan largo encerramiento en los laberintos del ego. El hombre actual siente el hartazgo de tanta egolatría y está deseoso de abandonar el camino errado.
Agradecemos a Ángel tan hondas reflexiones que nos impulsan a buscar esos nuevos caminos, por la ancha avenida del realismo y la alta aspiración a la trascendencia,
al encuentro con Dios, que no tiene otra dirección que el encuentro con los demás hombres en esa necesaria salida del egocentrismo posmoderno.

Mª Jesús Carravilla
Doctora en Filosofía, Profesora en la Universidad Católica de Ávila

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Sobre su autor tan solo diré que es alguien que ha pasado su vida dedicado al estudio y enseñanza de la filosofía, catedrático y doctor de esta disciplina durante mucho tiempo y autor de varios libros que no voy a cansarte con su enumeración , pero que puedes verlos a través de internet, si lo deseas . Esto es lo que puedo deciros en este breve espacio.

El libro tanto en papel con virtualmente esta disponible en AMAZÓN a través de este enlace https://www.amazon.es/dp/B08X3Q6J46. Esperemos que este sea el comienzo de otras participaciones. Un saludo para todos los que componen la familia EBROLIS

Muy interesante, @Angel, y complejo también. He de decir que no ha resultado fácil leerlo por aquí porque el texto es casi un único bloque (sin sangrías en los cambios de párrafo o, en su defecto, saltos de línea) y, además, extenso, un buen «tocho» como de los que suelto de vez en cuando; pero es un tema al que también le he dado muchas vueltas, y cuando algo interesa, se sigue adelante, ja, ja, ja. Así que, pese al continente y el medio, ¡un placer leerte!

Coincido en que esta cuestión es clave. Como expones ―o, al menos, eso entendí―, la caída de sistemas de cohesión social precedentes sin recambio generacional para dar un sentido a la vida más allá de la personal, supone un punto de quiebre muy peligroso: cuando el ser humano pierde su sentido social, inicia el camino de conversión hacia lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit [lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro], tal como decía ya Plauto hacia el siglo II a. C.

Cuando es así, se avecinan desastres… Aparte de que no hay nada peor que no poder confiar en nadie para que la vida se convierta en un infierno… Veremos a qué nos conduce, y más teniendo en cuenta que podemos destruirnos ―e incluso el planeta entero― de muchas maneras distintas. Tener el poder de dioses antiguos en manos de solo unos críos, es muy peligroso. Pero bueno, yo también prefiero ser optimista, y quiero pensar que, si no sucede lo anterior, llegaremos a una etapa digna de verse, la mejor que la humanidad haya visto nunca. Eso espero.

P. D.: Si respondes a este mensaje y ves que no contesto, es que ando inmerso en una nueva obra y, cuando es así, desconecto bastante o, a veces, si puedo, del todo. En cualquier caso, un placer leerte. Me alegra saber que hay más personas pensando en este tema. :slight_smile:

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Claro, me apetece mucho responderte y no es solo por deferencia. Debo agradecerte que hayas mostrado interés por este asunto y creéme que tus palabras me han subido la moral . Estoy bastante de acuerdo con lo que dices en referencia a la quiebra de la cohesión social que ha dado lugar a la muerte del hombre de la que tanto se ha escrito; pero bueno en el interior del hombre anidan sentimientos muy complejos y es capaz de lo peor y también de lo mejor por lo que cabe ser optimistas ,más aún tenemos la obligación de serlo para seguir remando , sin desánimo. Sigue esperando y sobre todo vamos a ser responsables y conscientes del momento histórico que nos está tocando vivir . Éxito en tus proyectos. Un saludo . Ángel

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