Educado en el pesimismo, acostumbrado al sufrimiento. Buscando luces en parajes oscuros. El camino del hombre es un dulce sabor amargo.
Pasan las horas en silencio. La pierna duele una vez más. Noto en esta soledad inmisericorde, la densidad del tiempo, tiempo que se escapa entre las manos, cual quimeras que se pierden en el sonoro silencio.
Las pulsaciones en la herida son notables. Me despiertan en medio del sueño, noto como el dolor inicia en mi rodilla y se va extendiendo por el muslo, hasta mi ingle. Hay instantes donde se sincroniza el pulso de mi corazón, con el thrill que mueve mi fístula, a la herida punzante. Siento cada latido en un dolor picante que nace en mi rodilla. Y no hay nada. Amor de los míos. Este cuarto que se volvió mi cuartel de invierno y mi zona de reconstrucción.
En silencio y soledad, curó las heridas del corazón mientras las del cuerpo sanan. Tercera operación en esta rodilla izquierda mía. Dicen los que saben, que representa la relación con mi madre. A saber, hoy día considero que no sé nada. Todo puede ser. Y los síntomas que se van presentando en este avatar mio, los reprocho tanto como las vivo.
Uno comienza este camino como todas las enfermedades. Con el erudito en turno dando interpretación de un puñado de resultados impresos en una hoja. Sin mas conocimiento que el de entender de vaga forma el: “Tus riñones fallan”.
En medio de una vida que aunque difusa y cambiante, estaba llena de anhelos, sueños, metas, quimeras de toda índole.