¿Cómo se vence el famoso miedo a la hoja en blanco?

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Planificando el libro antes de escribir la primera página. En no-ficción me tomo 2 a 4 horas para pensar sobre que quiero escribir. Algunos escritores utilizan mapas mentales

Para mí es clave darme permiso para “escribir un mamarracho”. Es decir, cuando escribo, siempre tengo a ese editor interno que me dice “esto lo podrías mejorar” o “esto es poco creíble”. Bueno, lo que hago es ignorarlo y escribir esa escena que me parece cursi, infantil, amateur o el calificativo negativo que se me ocurra en ese momento. Lo que me sucede es que eso “activa” la escritura. No sé si todos pensarán como yo, pero prefiero mil veces terminar el día con una página horrible que con una página en blanco (porque la horrible se puede corregir). ¡Espero que te sirva!

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La verdad es que respondería de manera simple: no escribir. Ahora me explico. Si uno se sienta frente a esa hoja y espera que las musas nos vengan, lo más probable es que tardemos cinco minutos en levantarnos y hacer otra cosa. Es como si estás frente al ordenador y sin saber qué vas a consultar te metes en el Google. ¿Qué pones en el buscador si no has accedido a él con un propósito?

Pienso que cuando se inicia una sesión de escritura debemos tener claro qué vamos a escribir. Al menos una vaga idea. En mi caso, cuando voy en el metro o paseando imagino una historia. Intento visualizarla como si fuera una película. Anoto cuatro cosas en una libreta, un esquema lleno de flechas con sentido solo para mí.

Es entonces cuando al sentarme frente a esa hoja la historia empieza a salir, con mayor o menor acierto.

Si te sientas solo cuando tengas una historia rondándote no tendrás nunca ese miedo.

¡Saludos!

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Todos los días escribo unas 300 palabras alrededor de una idea que se me pasa por la cabeza. Lo llamo “estirar” antes de ponerme a escribir. Esto me ha ayudado a que la página en blanco no exista.

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Eso es lo que hago yo. Escribo sin pensar demasiado, luego ya lo corregiré o lo tiraré a la basura, pero lo prefiero a quedarme frente a una página en blanco.

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Escribe. Escribe lo que sea. Aunque sepas que está mal y que tendrás que reescribirlo, pero escribe. Tienes que arrancar, juntar páginas, que parezca una novela. Darle fuerte a la tecla. Si no puedes, piensa en microrelatos. Escribe uno al día hasta que se convierta en rutina empezar historias. La escritura tiene eso tan importante que se llama “oficio” y que solo se adquiere pedaleando durante mucho tiempo. Suerte!

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Buenas tardes Javi,

Honestamente no conocía ese miedo. Entiendo que un libro se puede escribir como se compone la letra de una canción. A veces comienzas por una idea, otras por una trama, otras dejandote llevar… Entiendo que se puede escribir de la nada, poniéndose frente a una hoja en blanco. En mi caso, creo que no me serviría de inspiración para sacar lo mejor de mí.

No se si te ha servido de algo mi opinión,

Un saludo!!

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Bueno, como yo soy de los de tipo «brújula», para mí es importante la temática, que busco en momentos de tranquilidad mental, como puede ser antes de levantarme o en la ducha —oye, otros se dedican cantar— pero, sobre todo, la escena inicial. Ese punto de partida es como la mecha que enciende el resto.

Yo soy de los de estilo indirecto libre, por lo que parte de mi narración va con los ojos de mi personaje, así que lo que suelo hacer es intentar meterme en su situación y que me resulte creíble.

A partir de ahí, la musa dirá…

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No existe la hoja en blanco.

Cualquier mierda que escribas te llevará a otro párrafo, y otro, y otro… Lo que existe es la pereza, os lo dice uno que sabe de esto último.

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Esto lo tomé de Neil Gaiman: no importa lo mal que sientas que lo vas a hacer, todo lo que escribas se puede corregir.
Creo que una vez que logras interiorizar eso, ya no hay razón para temerle a la página en blanco.

Procrastinando. Te marcas un objetivo sobre lo que quieres escribir y no haces absolutamente nada más que meditar sobre ello. Por ejemplo, si quieres hacer una reflexión sobre la ética y la moralidad, pasa un rato caminando, sentado o acostado mirando hacia nada en particular (yo miro hacia el techo). También puedes limpiar la casa o realizar cualquier otra actividad que no acapare espacio en la mente. En suma, tener la mente enfocada en el tema sobre el que quieres escribir y reflexionar varias horas (o minutos, si estás inspirado) sobre ello.