“Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios, y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto; el cual es el libro de la vida, y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros. Según sus obras”. Apocalipsis 20:12
En los confines ocultos de la literatura, hay libros que albergan secretos tan profundos que solo unos pocos están destinados a desentrañarlos. “El décimo libro” comienza con una cita bíblica que sugiere un juicio inminente, un balance eterno entre las acciones y sus consecuencias. En el reino de lo desconocido, cada página puede ser una revelación que redefine el curso de nuestras vidas.
Ezekiel Halcyon fue, durante décadas, un hombre común, atrapado en la rutina de una vida ordinaria. Oficinista, padre, esposo, y, en apariencia, nada más. Nadie sospechaba que este hombre aparentemente banal guardaba en su interior una pasión secreta. Durante cinco años, escribió bajo el seudónimo de Adrian Solstice, sin que nadie, ni siquiera los más cercanos, supieran de sus libros. Sus textos exploraban las profundidades de la existencia, la vida, la muerte, los sueños, la consciencia…, pero permanecieron en el anonimato, completamente ignorados por el mundo.