Las letras prohibidas que escribo ahora son para marcarlas en la corteza de tu ser.
El pecado del silencio tuvo sus consecuencias y perdí la carrera contra este tiempo que hoy corta mi carne como cuchillas.
Mi deseo por ti arde y quema lento fermento. ¡por favor no dejes que nadie más te atrape! El miedo me carcome los huesos al pensar que ese exquisito sabor tuyo le pertenecerán al sin rostro antes que a mí.
Recuerda ahora, antes y después estas palabras. Son la sentencia a mi alma, a la condena de tus labios, a embrujo suave del infierno que tu piel me hace revivir ahora, antes y después en diferentes cuerpos que van a encontrarse en futuros que lleguen antes que el después nos robe la memoria.
El pecado del silencio