Un abuelo que siempre había querido ser un pintor reconocido en su juventud, nunca logró alcanzar la fama ni vender ninguna de sus obras. Sin embargo, seguía pintando como hobby y había creado un cuadro que deseaba colocar en la sala de estar de su casa. Terminó la obra y se fue a dormir. Al día siguiente, mientras colgaba la obra en su sala, se le cayó al suelo. Para su sorpresa, la obra no se dañó. El abuelo había desarrollado un gran apego a ese cuadro, ya que podría ser su última creación. Aliviado porque la obra no había sufrido daño, el abuelo decidió tomar precauciones adicionales y contrató a un experto en conservación para crear un marco especial con protección contra impactos. El experto trabajaba afuera y se apresuraba para terminar antes de que llegara una tormenta. Justo después de que el experto terminó el marco, un rayo cayó en el patio de la casa y destruyó la obra.
El abuelo quedó estupefacto y se deprimió durante unos días. Lo que no sabía era que el experto en conservación había contado la historia a casi toda la ciudad, y la obra del abuelo se había hecho famosa debido al toque abstracto que el rayo le había dado.
Las galerías de arte se interesaron por la obra del abuelo. Cuando él se enteró, no podía creerlo. Gracias al rayo que cayó, el abuelo se convirtió en un pintor famoso en sus últimos días y supo lo que era sentirse satisfecho antes de irse. Los caminos de la providencia son verdaderamente misteriosos.