Hola a todos. Me gustaria saber que les parece este relato.
Lo escribí mas o menos en febrero cuando aun trabajaba en un lugar que no me gustaba. Me pasaba seguido, como cuando era un niño e iba a la escuela, que quería que algo pasase para no tener que asistir y en base a esa emoción escribí este relato.
Cabe recalcar que el texto esta exagerado para intentar captar mejor la sensacion de un mal dia que puede ser desolador.
Estaré muy agradecido de recibir sus comentarios, opiniones, criticas y observaciones.
Gracias
Hoy no, mañana sí.
Me levanté a las siete y media de la mañana. Lavé mi rostro con un poco de agua, me apliqué protector solar y me mojé el pelo para poder peinarme e intentar lograr un aspecto aseado.
Dos huevos y dos vasos de agua de desayuno. Me cambié el calentador que uso hace tres días como ropa para dormir y me puse ropa que uso hace cuatro días para trabajar.
Recogí un par de libretas y un esfero y las metí en la maleta que llevo usando más de diez años y sigue como nueva, aunque sin un par de cierres. Cerré las puertas de mi hogar, guardé mis llaves y esperé que llegara el gran día.
Me pregunté cómo sería; ¿Un carro?, ¿Un bus? ¿Un rayo? ¿Un infarto? Pensé en un atropellamiento, un choque. En quedar chamuscado como un monigote de año viejo. Podría ser algo repentino como un infarto, aunque preferiría algo más extravagante.
Me esperaba un día largo de mucho trabajo ajetreado y desorganizado con un jefe que utiliza todos los días una máscara de buen samaritano que le queda grande. Grande como la cantidad de tareas que me encarga junto con un recordatorio de que estoy atrasado en otras tareas pero que lo tome con calma. Pregunta por mi bienestar y luego añade otro recordatorio a la lista de recordatorios de cuánto necesito yo el trabajo más de lo que él necesita mi presencia en la empresa.
Cansado, miserable y con mi autoestima al mismo nivel que el SG-3, el hueco más profundo del mundo, pero aún con fe porque el gran día podría ser en cualquier momento.
Una lluvia pesada cae sobre mis hombros dejando mis zapatos llenos de agua. ¿Hipotermia? No estaría mal.
De repente una luz estridente e intensa alumbró mi campo de visión. ¿Llegó? Me pregunté ¿Al fin? Me emocioné ¿Un carro? tal vez. Era un rayo, uno muy fuerte. Impactó contra el suelo y el sonido fue tan fuerte que se sintió como si dispararan un arma justo al lado de mi oreja.
Cerré los ojos para recibir mi tan esperado destino… El rayo cayó justo al lado de mí. Y pensar que eran apenas unos pocos centímetros. Una sucia jugarreta por parte de Dios. ¿Será tan difícil apuntar desde el cielo?
Llegué a mi casa sano y salvo, así que me prendí un cigarrillo doblado que por suerte no se había mojado dentro de mi maleta. Desde hace años que pruebo con el cáncer pero no es muy efectivo. Deberían declarar publicidad engañosa las imágenes de las cajas de cigarrillos y quitar el título a todos los doctores que anuncian con tanta seguridad que el cigarrillo es letal. Un rayo es más probable de funcionar como eutanasia que el fumar. Pero ¿quién soy yo para corregir a los estudiosos?
En el techo de mi casa se escuchaban varias ratas. Estaba literal y metafóricamente debajo de las ratas. Estaba muy desanimado porque no fue el gran día. Me tiré a mi cama con la ropa mojada y al caer escuché el sonido de unas monedas.
De repente una chispa en el centro de mi pecho se encendió. A la oficina oscura y fría dentro de mi cuerpo donde trabajan todos los empleados que me condenaron a vivir, le cayó como anillo al dedo. Tenía suficiente dinero para comprar otro cigarrillo y una lata grande de cerveza.
Fue un premio de consolación que funcionó para volver a intentarlo otro día. Tal vez no morí hoy, pero puedo volver a intentarlo mañana.