¡Hola!
Bueno a ver, este “mostrar, no contar” es uno de los mantras de los escritores que a veces cuesta más identificar, así que no te preocupes. Vamos por paso, la diferencia primordial entre uno y otro es identificar desde donde nace la información que queremos desarrollar en la escena.
Si mi escena es sobre un ratón que se asusta porque ve a un gato, el contar sería:
“El gato se plantó frente al ratón, y este quedó muy asustado”.
Más allá de pensarlo como simpleza en la narrativa, fijate que la información está por afuera de los personajes. Las emociones te las estoy contando, porque te estoy diciendo explícitamente que tiene miedo. ¿Me seguís?
Ahora, si yo dijera algo como:
“El ratón sintió que los pelitos de sus bigotes se erizaron de repente, y el cuerpo se le paralizó al notar una sombra enorme dibujarse sobre el suelo. Ni siquiera tenía que voltearse para saber de qué se trataba. El ritmo del bombeo de su corazón ya se lo explicaba con mucha claridad: tenía que salir de ahí cuanto antes. El gato había llegado”.
Si te das cuenta, en resumen, decimos exactamente lo mismo: un gato se encuentra a un ratón, pero ahora lo vemos desde adentro del ratón. Es decir, la información al lector le llega desde lo interno del ratón, el bombeo de su corazón, los pelitos de los bigotes. Si te das cuenta, ninguna parte de la escena te dice específicamente “sintió miedo”, pero queda clarísimo. A eso se refiere con contar y no mostrar.
Si vos nombrás la emoción en la narrativa, lo estás contando.
Si NO la nombras, pero la mostrás en algunos detalles, ahí ya no estás contando.