Quizás no venga a cuento. O quizás sí. Nunca es mal momento para reflexionar, para pensar.
Y ahora, al unirme y observar el grupo y sus poemas y sus escritos, me llegan diversas preguntas; preguntas que siempre me he estado planteando, por lo demás.
¿Qué es poesía? —¡esta pregunta contiene la vida misma! Ay—.
A través de diferentes lecturas, de poetas, de novelistas que sus escritos parecen poemas; poemas novelas; teatros que son versos hexámetro, y poesía que es cuento. La pregunta ha aquejado mi alma tanto como burlado de ella. Consideré seguir leyendo, en vano. También reconsideré si la poesía está en todo, y entonces ¿por qué no en cualquier poema al azar? Para este propósito abandoné mi biblioteca, tome un bus cualquiera, y terminé en otra ciudad. Vaya. Consulté por la biblioteca; cosa que me costó llegar. Todos me enviaban al prostíbulo; ahí pregunté. Llegué. Saludé. Poesía, preguntó; Sí, antepuse.
De tin marin de do pingue cucara macara titere, fue una antología de William Blake. Abrí una hoja al azar, Primavera. A veces las coincidencias son abrumadoras. Lo leí dos veces y en la tercera, al revés. En la cuarta lectura, tímido, se lo mostré al bibliotecario, que estaba somnoliento. Dijo que la vida es un sueño primaveral; como despertarse después de días de mal sueño. Renovado. Ya todo es y nada importa.
Le dije que en mi primera lectura me evocó a árboles florecientes del campo.
Afirmé que en la segunda pensé simplemente en un cordero y en Blake tras de él; creí que era zoofilia, o un intento disimulado de esto.
En la tercera le hablé de teoría literaria, los recursos lingüísticos y su contexto histórico.
Se durmió.
Decidí llevarme el libro, sin darme cuenta que
¡Que resuene el flautín
que ahora está callado!
Pero el bibliotecario, semidormido, giró, con el pulgar y el índice, como si fuese un botón en la nada. Y la alarma dejó de sonar.
Esto viene a cuento por sus poemas escritos. He de admitir que mi poesía no sé si es poesía; pero es poesía, al fin de cuenta. Iba pensando en ello, cuando un vagabundo, leyendo, me sorprendió. No perdí la oportunidad. Pocas veces se ve este evento; y más aún si es un lector-vagabundo.
Hola —me dio la mano.
Hola —le tomé el pie—. Hay que ver, señores, como un poema es.
—Un poema es una expresión sensitiva del humano mediante una estructura literaria, que da musicalidad, armonía y estética por sí misma. Lo mismo ocurre en la música y el violín, en el sexo y la cama, en el auto y la bocina y el choque.
Supuse que estaba loco.
Le tendí la mano, porque eso ya la había pensado él, yo, doscientos teóricos literarios, ya olvidados, y William Blake. Éste último salió del libro y se puso a explicar sus poemas, que nada tenían que ver con ellos. Aludí a sus palabras. Le dije que
cuestionamiento poético es,
asimismo,
el pensar en correr mientras se corre
de la muerte;
le corres y te corren.
Es, también —y aquí ambos dejaron de ver sus globos de diálogo e imaginación (el de Blake era el mismo que del Vagabundo; me asustó)— una formación inconsciente, como lo hacen con todo humano. Pero esto nos lleva a que todo humano es hecho por otro, y que todo otro puede ser uno; es decir, sentir a su manera y cambiar… bla bla bla bla bla… He de decir que me había desviado del tema, porque apareció en sus globos la escena de un cordero, y Blake y el Vagabundos escondidos en un arbusto, esperando que pase el verano, es decir el pastor mientras bla bla bla bla… O eso creí. O eso era mi cuarta interpretación. Tuve que decir,
Goodbay, sir. Que les vaya bien,
—que te parta un rayo,
—que te choque un tren.
Había alertado al pastor; mas ya habían robado la oveja.
Quedé con la definición de poesía dando vuelta alrededor mío como si fuera la luna y la tierra. Cuando intentaba atraparla, mi sangre bajaba y quedaba aturdido, a la mar. En mi espalda sentía, sin embargo, la armonía que Blake describía y el cordero que mmmeee agonizando en mis oídos.
Llegué, finalmente, a la conclusión de que poesía es…, o que estoy aún en el poema.