¿Que opinan de este cuento que acabo de escribir?

            LA MEJOR MAMÁ DEL MUNDO

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Amo mucho a mi hijo, lo amo demasiado, mucho más que mi propia vida, y eso ya es decir mucho. Desde que nació y pude ver sus hermosos ojos de bebé, me dije a mi misma en ese momento “Debo hacer lo mejor para que mi hijo sea feliz”. Junto a mi marido, logramos que nuestro hijo tenga todas las comodidades, de que no le falte nada, eso si, le hemos puesto ciertas reglas y ciertos límites para no sobrepasarse en su crianza, sin embargo, las cosas no fueron tan bien en nosotros. Para empezar, mi marido me decía constantemente que mi visión de la crianza que le daba por mi parte a mi hijo, era bastante distante a la suya, es decir, de que no era parte del plan, el no le gustaba en la manera en como le daba mi cariño a mi hijo. Esas diferencias pasaron a simples debates entre nosotros, a fuertes discusiones y peleas. Era tan caótica la situación que decidió sacarme a nuestro hijo y llevárselo con él, por lo tanto, decidí un plan. Me escapé de la casa junto a mi hijo, que para ese entonces tenía dos años, lo siento, es que no podía permitir que me sacara al orgullo de mi vida, a dejarme tirada y sola, tenía que protegerlo, tenía que evitar que ese monstruo le haga algo daño a nuestro hijo, afortunadamente, logré superar esa dolorosa etapa, y ahora estoy feliz de que eso haya quedado en el pasado.

Desde ese momento,dediqué todo mi esfuerzo en lograr que mi hijo logre crecer bien por mi cuenta. A los cuatro años empezó el jardín de infantes, y digamos que su intento de adaptarse fue positivo, el no tuvo muchos amigos porque era tímido, de hecho, en casi toda su vida no tuvo ningún amigo, ni siquiera un compañero que se interese por él, nada, pero eso no le importó porque para él, yo era su mejor amiga o compañera, por lo tanto, a él no le importó si no tenía a alguien. Otra cosa que he logrado es su obediencia, es un chico muy bien portado y obediente, nunca me ha faltado el respeto, y más allá de cierto berrinche, y últimamente, en intentos de querer salir por el mundo, lo cierto es qué ha sido un chico bien portado. Recuerdo que de niño siempre le gustaba imaginarse en que era un aventurero, no se porqué, siempre se proyectaba como un aventurero qué iba a distintos países, o por lo menos, en cualquier lugar que no sea la ciudad o lugar donde ahora vivimos, era tanta la ternura que le pregunté si quería que jugará con él, es qué siempre lo veía solo jugando, y a veces me ponía triste en ver como no tenía un compañero, sin embargo, siempre se negaba, porque según él “Era un personaje que exploraba sólo el mundo y lo disfrutaba” y debía respetar esa trama, así que lo dejé. El me decía a veces en broma, lo que el llama “Humor negro” en como era una mamá bastante preocupada, en como me la pasaba amándolo todo el tiempo y lo graciosa que yo era, yo solía reírme de sus chistes, aunque muchas veces no tenía mucha gracia, pero aún así, me encanta su forma de hacer humor. Ahora con sus 20 años, he sentido que he hecho un gran trabajo como madre, hice que no le falte nada, lo salvé de ese horrible hombre, hice que fuera obediente, respetuoso y amoroso, pero bueno, no voy a enrollarme en mis orgullos, y ahora voy a darle el regalo de cumpleaños. Ahora mismo voy para su pieza.

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Por lo tanto, María fue a llevarle el regalo a su hijo, quien se encontraba en la pieza. Ella con una cara de emocionada y con ganas de decirle a su hijo que lo amaba mucho. Sin embargo, ella parecía no estar del todo claro si le iba a gustar el regalo, pero aún así, confío en sí misma y subió para darle el regalo.

Al encontrarse en el segundo piso, María se encontraba detrás de la puerta, con toda la emoción que sentía, abrió despacio la puerta, con el fin de que “según ella” no le molestara su interrupción. La pieza estaba totalmente oscura, no había ninguna pizca de luz, tenía la pinta de ser una habitación abandonada, aunque eso sí, estaba limpia, con los muebles en su orden, y con una persona estando ahí dentro. Se encontraba su hijo, quien estaba encadenado, amarrado, amordazado, desnudo, con múltiples marcas en la parte de su pelvis, y con la cara repleta de besos marcados. María se acerca y se agacha hacia el para darle su regalo. -Mi amor, hola- expresaba María con su intento de querer caerle bien a su hijo, el chico hace un suspiro y se pone en una posición cuadrupedo, esto debido a que las cadenas no le permiten pararse de dos. -Mmhh- decía el chico, una manera limitada de decir que le dolía algo, pero María parecía no interpretarlo bien. -Tomá, te traje un regalo- decía María, dándole al final el regalo, el cual era una foto de él con ella en una cama, María lo veía feliz en esa foto, pero en realidad, el chico expresaba tristeza, y con una cara de llanto marcado. El chico vio la foto, y para evitar hacer sentir mal a su madre, le agradeció y le dijo unas palabras que esperaba María -Te amo mamá- expresó el chico, con un tono que ponía feliz a su madre, pero parecía más un intento de quedar bien con ella, y más por la cara, que expresaba miedo y tristeza profunda. -Gracias mi amor, yo también te quiero- y le dio un beso mientras lo miraba con ternura, mientras él se mostraba desconfiado ante la presencia de su madre, quien prometió convertirse en la mejor mamá del mundo.

                             FIN