Quiero que lean y critiquen mi cuento

Esa noche, alrededor de las once y media, la algarabía despertó a los inquilinos del conjunto. Hace tiempo, en aquel piso se sentía una gran tensión, todo parecía estar a la espera del menor filoso reclamo para desatar la furia. Finalmente, ambientado por un perfume alcohólico de botellas quebradas, empezó furiosamente un desfile de puñaladas, con golpes certeros y todo lo que la voluntad de venganza requiere. Las cortinas lentamente iban absorbiendo el wiski y las lágrimas, hasta el punto de impregnarse con el alma de todo el conflicto. Resultaría difícil tomar partido en aquella situación, los gritos encrudecían cada vez más ese desastre y aquel coliseo se llenó cómo nunca por los demonios que atentamente observaban el desangramiento mutuo. En la sala principal los coágulos se repartían entre la alfombra y las paredes; el olor metálico característico de la sangre fue robándole protagonismo al de las flores destrozadas. Y en una gota que caía del filo de una botella quebrada que sostenía Alberto, se concentraba todo el odio y sevicia.