La lluvia caía como un velo de tristeza sobre la ciudad. Sofía caminaba perdida en el laberinto de sus pensamientos; su corazón era un peso muerto, un pedazo de carne sangrante que latía con un ritmo desesperado.
Y entonces recordó: la voz de su abuela susurrando en el viento, “La vida es 10% de lo que nos pasa y 90% de cómo reaccionamos”.
Sofía se detuvo, miró hacia arriba y dejó que la lluvia le golpeara el rostro; y comenzó a bailar. El agua se deslizaba por su piel como una caricia de seda; Sofía giraba, giraba, perdida en el remolino de sus propios brazos.
La lluvia era un abismo que la tragaba, un espejo que reflejaba su alma. En ese momento, Sofía se disolvió en la lluvia; se convirtió en una gota de agua, un susurro en el viento.
Y supo que estaba libre: libre de su dolor, libre de su miedo; libre para bailar en la lluvia, para perderse en el laberinto de su propia libertad.
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Gracias por compartir. Conciso y al punto. Transmites un mensaje sencillo y poderoso.
Bastante bueno, aunque fue corto, transmite bien lo que narras.