Nuestros sueños pueden ser un reflejo de lo que más anhelamos o extrañamos, esta es una reflexión sobre un amor perdido, es mi propia reflexión sobre las memorias que persisten en mi mente y corazón, y la lucha entre el deseo de volver a lo que fue y la realidad de lo que es.
Anoche soñé contigo, parecía tan real. Soñé que me mandabas un mensaje y me desperté buscándolo, soñé que te veía y me desperté buscándote, soñé que te tenía, pero cuando desperté, noté que solo era eso: un sueño, un sueño en el cual nunca pasó nada malo entre nosotros.
Al despertar, siento nostalgia y anhelo pero la realidad es un poco más solitaria sin ti. Cada día despierto deseando que todo esto sea solo una pesadilla, deseando que realmente hubieras tenido un cambio, deseando que tus promesas no hubieran sido vacías. Tal vez también tuve la culpa; estábamos juntos en esto y no te puedo culpar solo a ti. Tal vez te di más amor del que merecías.
¿Ella siquiera sabe cuál es tu color favorito? No vale la pena preguntar eso ahora; si estás con ella es porque la quieres de verdad.
En mi mente siempre aparece la pregunta constante: “¿Por qué con ella sí y conmigo no?”.
Me duele el pecho cuando pienso en ti, me duele recordarte, pero no puedo evitarlo. Aunque durante el día me mantenga distraída haciendo cualquier cosa, en la noche vuelves a aparecer en mis sueños. Te extraño en las madrugadas, pero te extraño mucho más los sábados por la tarde, ya que esa era la hora en la que podía llamarte y contarte sobre mi semana, extraño tus “menos días, mi princesa” y también extraño tu voz cuando me decías que me amabas; aunque tus “te amo” siempre se sintieron falsos y vacíos, en el fondo quería sentir que eran verdaderos.
Te extraño tanto,te extraño demasiado. Pero no pienso hacer un esfuerzo más por traerte de nuevo a mi vida.
Mi corazoncito tiene la esperanza de que vendrás a buscarnos aunque sea una última vez, pero mi mente me recuerda que tú nunca fuiste capaz de reconocer tus errores, nunca quisiste mandarme un mensaje aunque sabías mi número, mis redes sociales e incluso el número de mi mamá. La cruel realidad es que tú no me vas a volver a buscar porque siempre fui yo quien te buscó, siempre era yo quien volvia humillándose por migajas de tu amor. No dejo de pensarte; es una tortura continua tenerte en mi cabeza.
A veces nos aferramos a los recuerdos de lo que fue, pero debemos recordar también lo valiosas que somos nosotras mismas. Aunque duela dejar ir, hay un mundo lleno de posibilidades esperándonos fuera de esos sueños rotos