La diferencia es que un lector potencial jamás te ha pedido que (escribas) trabajes para él. Incluso si le fuera posible verte por un agujerito mágico trabajando en tu obra, levantándote a las cinco de la mañana (o la tarde, no vamos a despreciar el rango de horas más creativo de cada cual), no tendría por qué conmoverse en lo más mínimo. Otro fulano más apasionándose con lo suyo, y qué.
La manzana se ve buena y seguro que al probarla está buena; es normal que la compres si la quieres sentir unos minutos en la boca y luego en el estómago. La portada de un libro te puede enamorar y sin embargo el libro ser una mierda.
No, un libro no es una manzana. La manzana es un producto; un libro es mucho más que eso. La manzana te alegra el día pero no te cambia la vida; hay libros que sí pueden hacer esto, y quién sabe si con toda la dedicación uno de estos lo escribió un borracho en calzoncillos en el sótano de su casa y escupió en la portada nefasta tras cagarse en la humanidad.
Hay personas que se esfuerzan y a quienes yo pagaría por su obra de arte literaria, y hay personas que se esfuerzan pero para ser leídas tendrían que pagar (yo me incluyo).