En mi opinión, se trata de aprovechar las ventajas de cada modalidad y evitar sus inconvenientes. Por ejemplo: tener tres obras por cuenta ajena, te permite optar a todo en el sector convencional, incluyendo ser reconocido por el Ministerio de Cultura de España como escritor profesional y participar en sus programas de fomento de la lectura, aunque luego también se tengan obras por cuenta propia (autores híbridos, vaya).
De este modo, además, es más probable conseguir repercusión en medios de comunicación, que quizá incidan o no en las ventas, pero sí en la reputación facilitando ser incluido en sitios de renombre (Wikipedia, por ejemplo, requiere citas de prestigio). No es despreciable este valor. Además, para abarcar todos los mercados en español mediante papel, por medios propios prescindiendo de editoriales, es mucho más complejo y quizá menos efectivo (más allá de España, Estados Unidos y México).
Ahora bien, eso en papel. En digital (ebooks y audiolibros), la cosa cambia mucho porque un autor puede abarcar todos los países mediante diferentes plataformas y distribuidoras con facilidad. La necesidad pues de contar con un tercero no es tal, sino una elección. Por supuesto, una editorial o, sobre todo, un agente liberará de mucha carga de trabajo; pero cuestión de decisión personal querer que así sea o no.
Edito: Se me olvidaba mencionar las traducciones y las bibliotecas, que también son activos muy importantes en la ampliación de base de lectores a nivel internacional. Gestionar por uno mismo todo eso conlleva un sacrificio enorme en la productividad literaria. También debe tomarse en cuenta porque, al final, la mayoría de consolidados dicen: «El mejor consejo que se puede dar es escribir». Y cuanto más mejor. Por algo será
Edito 2: Es un tema tan amplio… También habría que mencionar otros derechos subsidiarios y su gestión si un autor tiene mucho éxito (por citar algunos: adaptaciones audiovisuales y mercadotecnia; cobro de anticipos, regalías y liquidaciones). Aparte de la inversión descomunal de tiempo si se hace en solitario y posibles desacuerdos incómodos, está el hecho también de la preparación y conocimientos que exige. Una editorial o un agente ya los tienen o cuentan con quien les asesore. Un escritor por cuenta propia podría contratar a un abogado especializado en propiedad intelectual, pero no sería tan proactivo para generar estas oportunidades como los anteriores.
Edito 3 y 4: había alguna errata por ahí y las he corregido (aunque casi siempre se cuela alguna, es inevitable; de ahí también la importancia de un corrector para realizar una revisión de los textos).