Aclaro desde el comienzo que resido en la Argentina, un país que -al igual que la mayoría de Latinoamérica- no reconoce oficialmente a la RAE ni a ninguna autoridad normativa sobre el idioma. Argentina en particular posee la Academia Nacional de Letras que se dedica a investigar, mediar, opinar y facilitar soluciones en conflictos acerca de los interrogantes que puedan surgir del uso del idioma, pero nunca regular y menos, legislar.
Este modelo se tomó del idioma inglés, que posee el doble de vocablos que el español (junto al francés, el idioma occidental que menor cantidad de vocablos posee), teniendo en cuenta que ningún país de habla inglesa aceptaría la existencia de una entidad que regule el uso de la lengua, definiendo al idioma como un organismo vivo, mutante, en permanente cambio y genéticamente popular.
Otra razón no menos importante es que los países de América latina son repúblicas democráticas independientes y por lo tanto no es admisible una institución que tenga la palabra “Real” como parte de su denominación.
¿Qué posición toman los escritores españoles frente a la Real Academia Española?
Es un tema complicado porque se junta la propia utilidad de la lengua como vehículo transmisor con diferentes concepciones y tendencias políticas, en especial las que tienen una perspectiva más global frente a las más regionalistas, que chocan de plano. Es un terreno espinoso este en el que, entrar a debate, puede generar un encono importante y desavenencias entre unos y otros. Entroncaría con este otro hilo, en el que, en parte, salió a relucir esta cuestión, si bien no de manera explícita:
Como dije allí, pienso que cada cual debe elegir en función de lo que crea oportuno
Creo que para algún tipo de escritos es útil, ej. libros escolares, decretos , resoluciones, contratos, etc. Pero en cuanto a la literatura, hay que entender que el español (como otros tantos idiomas) es una lengua viva, que va cambiando con el tiempo. No hablo aquí de jergas o medismos, sino de la lenta y permanente modificación del lenguaje. Si escribo una novela, lo que me importa es que me entiendan, auqnue algunas veces a la RAE no le gustaría nada lo que hago.
Cierto es, sino estaríamos hablando todos latín ahora mismo
También influye mucho. De hecho, el español de hoy día procede en su mayor parte del latín vulgar, entendiendo este término como el registro informal de la época. Los grandes autores de aquel tiempo usaban en sus escritos el que sería el registro formal, pero luego, para relacionarse, el otro. De ahí que, al final, el que nos haya llegado e integrado sea el primero y no el segundo.
Interesante tema, @filmbeat. Mi granito de arena: algunos escritores españoles tampoco hacen todo lo que dice la RAE. Por ejemplo:
En realidad, @Cristian, aunque recomienda su uso sin ella, la RAE acepta ambas opciones, igual que tildar demostrativos o no. En su día, hubo un debate muy encendido acerca de esto y hay ejemplos de ediciones en un sentido u otro. En mi caso, estuve dividido bastante tiempo porque estaba acostumbrado a utilizar las tildes y cambiar era una faena en mis hábitos; pero finalmente tomé la decisión personal de seguir la recomendación porque pienso que simplifica el lenguaje y hace que existan menos faltas de ortografía. Pero, hoy día, sigue siendo una opción personal y perfectamente válida escoger una opción u otra. ¡Pasad buena tarde!
¡Es verdad! Yo pensaba que ahora “estaba mal” ponerle tilde, pero he encontrado esto:
https://www.rae.es/consultas/el-adverbio-solo-y-los-pronombres-demostrativos-sin-tilde
Lo interpreto como “no le pongas tilde, sé buenito. Aunque si le pones haremos la vista gorda”
Es lo que comentaba @Lis. La lengua está en constante cambio, y sería inadmisible que la RAE impusiera en vez de recomendar porque, como bien reconoce la institución, la lengua es de aquellos quienes la hablan, no patrimonio de ninguna entidad abstracta
Si bien en mis primeros poemas supe usar el tú, el ti y otros, luego (no mucho tiempo después) me volqué por completo al argentino, es decir a la manera que tenemos por estos lados de usar el castellano. Hoy, mientras corrijo un viejo libro para su reedición, adapto también esas cosas. Cuanto más escribo así, más cómodo me siento, más honesto conmigo, y puedo leer el texto sin que me rechine en cada oración. Sería extraño que dos argentinos se encuentren en Parque Patricios o en San Martín, y se traten de tú, y digan maleta en lugar de valija, o falda y no pollera, o chaval en lugar de flaco o muchacho.
Así y todo, la RAE sigue siendo un fuente de consulta para mí.
Yo no estoy en contra de que exista un organismo que regule las normas del lenguaje. Eso no debería impedir que el idioma siga vivo, si bien, su evolución, probablemente, sea más lenta y, en ocasiones, de manera más o menos acertada.
En el Pais Vasco, tenemos otro organismo de similares características, Euskaltzaindia, para el control del Euskera.
Quizás el problema de la RAE sea su pretensión de articular todas las variaciones hispanohablantes.
Es interesante, creo, tenerlo como referencia. Después uno termina decidiendo.
No querría verme yo en la tesitura… Imagino que tiene que ser tremendamente difícil porque somos 580 millones hablándolo, y lo vamos cambiando todos los días… Tiene que ser una locura.
Totalmente de acuerdo, Alejandro. Una cosa es conocer las recomendaciones y luego decidir, y otra muy distinta es no tener formación ninguna y destrozarle los ojos (y la mente) a los lectores ―algo que, por suerte, ya no es tan frecuente como antes en plataformas de autoedición; pero su día, era horrible aquello, una jungla…
Hola.
Como han comentado los compañeros, creo que es una elección personal. Soy española residiendo en México y a diario me encuentro con muchísimas diferencias en el lenguaje oral que parecen dificultar el entendimiento (a menudo algunos mexicanos no comprenden lo que les digo, no es así a la inversa, en mi caso personal).
He leído escritos de Chile, Argentina, Costa Rica, Guatemala y, por supuesto, de México y no sólo no ha sido un problema, sino que me ha resultado muy enriquecedor.
Me gustaría señalar que oficialmente se diferencia entre castellano (español de España) y español. Este último concepto me parece minimalista, ya que las variantes del español en los países hispanohablantes son muy diferentes entre sí. Como dice el compañero, sería extraño que dos argentinos se tratasen de tú, no me parecería realista, del mismo modo que sería extraño leer una conversación culta entre dos niños de corta edad.
No se ha mencionado el Diccionario panhispánico de dudas (también de la RAE) que, en mi opinión, es un recurso muy interesante para utilizar correctamente las variantes del español sin caer en modismos o vulgarismos (si es que el texto no los precisa).
Yo soy una amante de la ortografía, la gramática y la corrección, pero estoy totalmente de acuerdo en que cada uno debe escribir como se sienta mejor, siempre y cuando no apuñale la vista cuando no sea necesario.
Con eso me has ganado, @MiriamCGP, ja, ja, ja. Sí, es una herramienta fundamental (a mí me van a tener que dar comisión por las ventas de las veces que lo recomiendo). Esencial.
Lo comparto totalmente. Primero hay que formarse; sin una buena base, todo es mucho más difícil (volvemos al Panhispánico). ¡Encantado de saludarte, @MiriamCGP!