Carlota reanuda su explicación.
–En un principio, mis bisabuelos, junto con mis abuelos de niños, estuvieron entre los judíos sefardíes que se intentaron afincar en lo que iba a ser Israel, nuestra Eretz, nuestra Tierra Prometida, entonces en tiempos del Mandato británico de Palestina, posterior a la disolución del Imperio Otomano, pero los árabes palestinos restringieron la inmigración de judíos… ¡Cero empatía hacia nosotros y todo lo que hemos sufrido! ¡Cero A LA IZQUIERDA! ¡Y llevamos casi ochenta años en una guerra que comenzaron ELLOS! –me dice, conmocionada– Israel era (y es) UN ESTADO TOTALMENTE LEGÍTIMO de la misma forma que también lo pudo legítimamente haber sido Palestina a raíz de la partición de los territorios.
–Sí, sí. Tienes absolutamente toda la razón. Ahora el pueblo palestino está como está gracias a lo que os han ido haciendo entre ciertos grupos de los países árabes que os rodean ¡Todo eso lo han conseguido ellos! Si pretenden tirar del argumento de que los judíos les robaban las tierras, ¡es a todas luces falso! ¡Las compraban bajo la total aquiescencia de los terratenientes árabes! ¡Tenéis absolutamente TODO el derecho a existir como nación con toda la opresión que habéis sufrido! ¡Y que continuáis sufriendo en la actualidad! ¡Es que es tan y tan injusto e indignante! ¡Cuánta razón tienes y cuánto entiendo tu pesar!
–¡Efectivamente! ¡Esas RATAS terroristas pseudo islamistas! –exclama en un tono de voz colérico, seguido de un furioso golpe en la mesa– ¡Podrían haberse negado perfectamente a vendernos las tierras! Después los jornaleros árabes se vieron en la miseria, sí, ¡pero fue gracias a las decisiones de los terratenientes, no a las nuestras! ¡NO les robamos! ¡NO les echamos!
–¡Pues claro que no! ¡Es un argumento del que pretenden sostenerse con el fin de justificar todo lo que os han hecho!
–¡Exactamente! ¡Nosotros huíamos! ¡A nuestra Tierra Prometida! ¡A nuestra Eretz de Sión! De tanta tiranía! ¡De tanta inhumanidad! ¡De tanto antisemitismo! ¡De tantos pogromos a lo ancho y a lo largo del continente! ¡Del inhumano Hol…! ¡AAAH! ¡Posteriormente, los países árabes colindantes se pusieron en contra de nuestro derecho y declararon la guerra!
–Totalmente. En todos estos años no han hecho nada más que declarar y empezar guerras contra Israel. ¡No luchan por la libertad de NADA! Realmente no les importa la libertad de Palestina (tan legítima como Israel) ni de su gente, sino aniquilar vuestro derecho a dejar de ser un pueblo sin patria. Que si las revueltas árabes impidiendo vuestra inmigración, la guerra araboisraeliana de 1948 una vez proclamado el Estado de Israel, la guerra del Sinaí, de la de los Seis Días, la de Yom Kipur, la del Líbano… ¡Pero bueno! ¿No valéis nada los judíos o qué? ¿No sois personas?
–¡Claro que no les importa un bledo la libertad de Palestina a estas ratas psicópatas que, en el fondo, NADA tienen que ver con el islam ni con los musulmanes! ¡Solamente anihilarnos de la faz de la Tierra y quedarse con TODO el territorio! ¡Desde el río hasta el mar…! –exclama en un amargo tono de burla y desdén, cierra el puño y propina un furioso golpe en la mesa– ¡DESGRACIADOS! Que si las bandas terroristas supuestamente «en nombre de Alá» que no puedo ni nombrar, que si las ratas comunistas de Al-Fa… y de la OLP. ¡Escoria abyecta, antisemita e inhumana es lo que son! –le tiembla la voz de cólera, cierra el puño y vuelve a golpear fuertemente la mesa.
–¡Es que se les ha ofrecido UN MONTÓN DE ALTERNATIVAS para cumplir con su derecho a poseer un estado palestino! ¡Tan legítimo como el vuestro a poseer vuestra Tierra Prometida! ¡Nunca han luchado por crear su estado, tan legítimo como el vuestro sino por eliminar a Israel a cualquier precio! –mi voz adquiere un tono cada vez más indignado.
–¡Así es! ¡Y de poner en riesgo a su gente si hace falta! ¡Empezando por las infames revueltas árabes de 1936, terminando por escoria putrefacta de Hez…, Ha…, Fa…, la OLP… AAAAHH! ¡No puedo ni nombrar a semejantes sanguijuelas! Pasando sobre todo por el desgraciado de Abdel Nasser y las guerras del Sinaí y de los Seis Días, excusa perfecta para justificar el asqueroso antisemitismo de la gente. Además, ya se refleja con más claridad de qué pie calzan toda esa gentuza a raíz los tres «no» de la resolución de Jartum transcurrida la guerra de los Seis Días. Obviamente Israel no ha tomado las mejores decisiones, pero es que, ¿cuál pretendían que iba a ser la reacción? ¿Con besos y abrazos? Dime… ¡No han hecho más que atacarnos por uno y otro lado y a nosotros no nos ha quedado otra alternativa que defendernos! ¿Qué pasa? ¿Que los judíos no tenemos ningún derecho a tener nuestra patria y además a defenderla? ¿Encima tenemos que quedarnos de brazos cruzados? ¿Y más con TODO lo que nos han hecho? ¡Que sigan diciendo que Israel no existe ni merece existir! ¡Venga! ¡Que sigan negándonos el derecho a poseer nuestra patria! ¡Nuestra Eretz de Sión! ¡Venga, que sigan! ¡TERRORISTAS todos los que nos han hecho tanto y tanto daño a lo largo de la historia ya sea usándonos como chivo expiatorio o aprovechándose de nosotros, no Israel! ¡Desgraciados bastardos! –grita con amargura, ira y golpeando la mesa, mano en puño– ¿Colonización israelí? ¿Apartheid? ¿De qué diablos hablan!? ¡Israel existe! ¡Y desde muchos siglos antes que Palestina! Pero claro, dices esas verdades y te llaman «sionista», como si fuera algo negativo, y «fascista». ¡Es que no hay derecho, Clara, no lo hay!
–El comodín perfecto del izquierdista promedio, que no posee ni la más mínima capacidad de razonar y argumentar, Carlota. Además, en la tierra de Israel siempre han convivido en armonía personas de todas las etnias y religiones: judíos, musulmanes, cristianos, ateos, árabes, semitas, europeos… ¡Hasta que empieza toda esa barbarie! ¡No sé qué hablan de apartheid, etnoestado, teocracia integrista y demás farsas!
–¡Falsedades y antisemitismo puro y duro, Clara! ¿Sabes cuál es el problema de las putrefactas izquierdas y de la estupidez occidental? Que para ellos los judíos en general somos blancos, y claro, según su abyecto paternalismo plagado de superioridad moral e intelectual y narcisismo, ser blanco es sinónimo de ser «privilegiado». ¡Si esto no es también racismo que baje Di-s y lo vea! ¡Y es que además son puras patrañas! ¡Aunque hayamos muchos judíos que somos blancos también hay muchos que no lo son! ¡Y quien afirme lo contrario no ha abierto un libro de historia en su vida! E igualmente que en general fuéramos blancos, ¿también mereceríamos eso!? –exclama, a gritos vehementes.
–¡Pues claro que tampoco lo mereceríais! Además de los judíos sefardíes y los askenazíes también existen los mizrajíes. También los sefardíes emigrados a Latinoamérica. ¡Y demás grupos independientes a lo largo y a lo ancho del mundo! Como tú bien has dicho, a raíz de las diásporas ha habido muchas mezclas étnicas en el transcurso de tantos y tantos siglos fuera de vuestra tierra.
–¡Exactamente! Los judíos mizrajíes, los que emigraron hacia Oriente Próximo, Oriente Medio y el norte de África y que en el transcurso de los siglos se han mezclado con la población árabe, han sufrido exactamente LO MISMO que los askenazíes y que nosotros los sefardíes. ¡El pogromo de Adén contra los judíos yemenitas en 1947 es un claro ejemplo de ello! ¿Qué hicieron? ¡Huir por patas hacia Israel, nuestra Eretz!
–Claro, en 1947… Y el detonante fue la negativa de los palestinos y demás países árabes ante vuestro derecho a existir como nación, ¿me equivoco? ¡Tuvisteis que pagar TODOS los judíos! ¡Para que digan que no hay antisemitismo detrás de toda esa barbarie!
–Así es, amor. ¡Así es! ¡Claro que lo hay! –se le quiebra la voz, cada vez más colérica y temblorosa– ¡Para que digan que el sionismo es algo perverso y cosa de cuatro judíos blancos europeos! ¡Y es que además, no es en absoluto algo que surgió exclusivamente durante el auge de los nacionalismos en el siglo XIX bajo la figura de Theodor Herlz! ¡Se remonta a los tiempos de la caída de la gloriosa dinastía Hasmonea en manos del Imperio Romano! ¡A lo largo de miles de años han sido muchos los rabinos que han manifestado nuestro deseo de regresar a los orígenes! ¡A la tierra de nuestros ancestros! ¡A nuestra Eretz! ¡Existe constancia documental de ello! –exclama, en un tono de voz vehemente y tembloroso–¡Es INCREÍBLE como impera la maldad humana mezclada con incultura y falta de espíritu crítico!
–Se puede ser inculto e ignorante y tener un corazón noble, sensible y empático. El problema surge cuando se es ignorante y mala persona. Un cóctel molotov. Nos quejamos de que parece mentira que en la era del acceso ilimitado al conocimiento las generaciones salen cada vez más incultas. Y sí, claro que es cierto, aunque la causa va mucho más allá. No tiene tanto que ver con el exceso, cantidad o carencia de información sino con el rumbo que está perdiendo nuestra sociedad en cuanto a valores humanos.
–¡A eso me refiero, Clara! Vivimos en la era del acceso ilimitado a la información y a la cultura, pero al mismo tiempo del consumismo masivo, de las apariencias y de la sobreestumulación de imágenes e información, que en vez de culturizar a las personas, produce el efecto contrario. Y ya ni te digo el daño que hacen las redes sociales. Me salí de ellas hace tiempo. No podía soportar la cantidad de burlas, acoso y odio hacia nosotros y hacia Israel que leía día tras día, me afectaba al nivel de acabar con fuertes ataques de ansiedad. Ni te lo imaginas, Clara. ¿Bromas? ¡Cuando se ofende a alguien NO ES NINGUNA BROMA! ¡Por insignificante que le parezca a mucha gente! Puedo entender la decepción y la frustración que nos generan los atropellos inhumanos a los que nos somete día tras día este sistema capitalista en el que vivimos, pero absolutamente NADA justifica la maldad, hacer daño ni odiar por odiar. ¡Unas malas condiciones materiales no justifican absolutamente NADA! Las redes sociales llegan a ser un pozo muy oscuro de odio en el que la gente saca lo peor de si misma. Ten mucho cuidado tú que a veces eres activa en ellas, Clara, amor mío, de verdad te lo digo –me dice, mientras posa delicadamente su tosca mano debajo de mi pequeña barbilla mientras su voz se quiebra y sus ojos se tornan vidriosos hasta derramar lágrimas.
No nos hemos soltado de la mano ni un segundo durante todos estos instantes. En cuanto veo lágrimas por sus ruborizadas mejillas, acerco mis manos a su rostro y se las seco, mientras le beso la mejilla. La abrazo sin pensarlo y estamos así durante unos minutos, hasta que se ve con fuerzas de retomar el hilo de su explicación. Le tomo la mano de nuevo. Necesita sentirse acompañada mientras me explica algo tan duro para ella.
Episodio V: