Para enviar obras, pequeños relatos...etc

Buenas! Perdona que me meta…

Mira… la depresión es como estar metido en un hoyo: da igual que al rededor del hoyo haya un bosque precioso lleno de cascadas, pinos y almendros en flor porque lo único que ves son sombras, tierra y raíces.

Yo pasé por ello hace muchos años por temas muy graves, hasta el punto de intentar suicidarme. No ves salida, no ves prosperidad, todo es negrura (tierra y raíces).

Pero un día te das cuenta de que no puedes caer más bajo y solo hay paz y bienestar, porque la vida no puede ir a peor, solo a mejor.

Me costó muchos años de poner las ideas en su sitio, de luchar contra la tristeza y la soledad hasta que me di cuenta de que en realidad no estás solo y que si, por el motivo que sea, te encuentras solo, para empezar te tienes a ti mismo y, para continuar, en el futuro siempre habrá alguien a tu lado. Una persona, dos o muchas.

De vez en cuando viene la tristeza pero como ya estoy curtida contra ese demonio lo que hago es recordarme que es solo cuestión de tiempo.

En la depresión entran en juego muchas cosas, no sólo externas. Cuanto más triste estás más segregas cortisol y otras hormonas variadas que empeoran el proceso. Por eso hay veces que cuando estás en la mierda el estúpido hecho de que se retrase el cartero o de que se te olvide poner una lavadora se te hace la mayor de las desgracias.

Estás, literalmente, drogándote a ti mismo.

Hay muchas hormonas ahí que te están jodiendo y eso solo lo puedes contrarrestar con otras hormonas: endorfinas, serotonina, oxitocina… haz ejercicio, entabla una conversación, pide un abrazo…

Que igual fue mi método y no es el tuyo, pero para mí entender mi cuerpo y cómo funciona en según qué estados me ha ayudado mucho.

Y nada es eterno, de verdad. Hoy estás hecho mierda y dentro de tres meses las nubes se han ido y puedes ver el sol.

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Hola, he vuelto.

Os tendré que dar alguna explicación, así que aquí va:

El 13 de diciembre de 2023 me ingresaron en un centro de justicia.
Por eso NO he podido actualizar nada…

Fue tan rápido… Fue sin avisar y no me pude despedir de vosotros.

¿Como estáis?

Hola, Noah, te envío un abrazo enorme. Por favor no te sientas presionado a dar explicaciones nunca, al menos a mí. Espero que te encuentres bien. Siempre estaré feliz de leerte no importa el tiempo que pase. :****

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Con este relato gané el primer premio del XXXIV certamen de “Villa de Iniesta”. Tengo 15 años y estoy empezando con todo esto de la escritura. Agradecería vuestras opiniones. Muchas gracias.

Un diminuto punto blanco

Me paro frente a la ventana. Espero a que llegue. A veces ni siquiera me da tiempo a hacer la maleta del colegio y ya está allí, haciendo danzar su cola y lanzando llamaradas de fuego frente a la ventana de mi habitación. Otras veces, en cambio, se demora horas.

Pasa el tiempo y nada de nada. Ninguna cola desfilando. Ninguna llamarada. Ningún dragón. Solo mi reflejo confuso en el cristal, titilante como el agua de un plácido lago. Y al fondo, miles de puntos brillantes que se hacen llamar estrellas.

Juego con la canasta que cuelga de la puerta. Tomo la diminuta pelota de espuma. La froto suavemente con la yema de los dedos. Preparo la mecánica de tiro, apunto y disparo. La pelota se estrella contra la puerta provocando un sonido hueco. Ni siquiera toca la red. Me levanto de la silla y recojo la pelota. Repito el proceso, con los mismos resultados. Hago el ademán de volver a levantarme, pero mi cuerpo se relaja y caigo rendido sobre la silla.

En mi cabeza maldigo la pelota, la canasta y el estúpido juego. Pero en el fondo, lo que realmente maldigo es el dragón. Y lo sé, pero prefiero no admitirlo.

Recostado sobre el escritorio, y con la cabeza descansando entre mis brazos, mis parpados luchan por no ceder y cerrarse. Mi mente está apagada. Cualquier estímulo sería inútil. Mi cuerpo cae en picado. Ahora todo es oscuridad. Sigo cayendo. Una oscuridad sin puntos brillantes. La caída parece no acabar nunca. Una oscuridad real y profunda, sin decoración. Nada de lo que hablar, nada a lo que sonreír. Nada de dragones. Nada de nada.

Y de pronto me despierto. Doy un salto de la silla, un susto de infarto. Un sonido estridente y monótono. Pienso en el dragón. Pienso que tal vez ya esté allí. Disparando llamaradas, prendiendo fuego la noche por encima de las farolas, por encima de las pocas ventanas que quedan encendidas y sobre nuestras propias cabezas; haciendo danzar su cola, cabecilla de un gran desfile; sus alas surcando las estrellas, meciendo la oscuridad; su cuerpo escamado retorciéndose. Me arrimo sobre el escritorio y miro por la ventana. Pero el cielo sigue intacto y abajo, en la calle, la fuente del sonido. La alarma de un coche, que de manera muy oportuna y ruidosa había decidido despertar a todo el barrio.

Bajo la mirada, y el vacío de mis sueños se hace real. Se siente así cuando mis ilusiones cobran forma y se quiebran en una sucesión tan efímera de acontecimientos. Tan insignificante en el tiempo, casi tanto como uno de esos diminutos puntos brillantes en el firmamento. Casi tanto como yo mismo. Insignificante.

El sonido del coche se extingue en el silencio nocturno y es reemplazado por algo mucho más instintivo. Emerge en su lugar un sonido más natural, más feroz, menos humano. Un rugido pulcro, bello y detenido, como el bostezo de un león.

Y de pronto una luz cegadora hace que levante la mirada en un último atisbo de verde esperanza. Mis ojos fascinados se abren como platos, porque, de entre los numerosos destellos que habitan la noche, destellos blancos indiferentes, aparece una mota de color anaranjado que se hace cada vez más grande. Más y más grande. Mucho más grande. Pasan pocos segundos y en ese pequeño punto en mitad de la oscuridad, se pueden vislumbrar el hocico y los ojos rojos de un gigante dragón.

La criatura crea surcos en el cielo negro y forma una espiral creciente en su trayectoria hacia mi ventana. Los rugidos que emite entre furiosos dientes son curiosamente calmados, ahogados. Mi mirada se humedece ante la visión. Siempre lo hace. Todas las noches, breves lágrimas desfilan por mis blancas mejillas y las llamas del dragón las evaporaban antes de que aterricen sobre el escritorio.

El cuerpo escamado de la criatura se tensa y hace danzar su cola frente a la ventana de mi habitación, ante la mirada de todos. ¿La mirada de quién? pienso por un momento, soy la única persona que ve al dragón. Como quien se sienta en la última fila de una sala de cine. Como el que se toma el tiempo de apreciar cada alba y cada puesta de sol. Vividores como los que ya no quedan.

El dragón lanza llamaradas que parecen hacer arder edificios y calles, pero no lo hacen en realidad. La humareda que resta de las mismas se escapa hacia la oscuridad que se eleva allá arriba. Mucho más arriba. Aunque la oscuridad no está sino en las calles, que aun iluminadas en la noche, no soportan el inmenso peso de una lobreguez alegórica. Una lobreguez que pesa sobre la gente. Así como sobre mí. Incluso sobre el dragón.

Y tan repentina como fue su venida, la maravillosa criatura, la milagrosa, emprende su marcha. Su regreso a las estrellas. Y contemplo conmovido cómo el dragón traza un aleteo que parece querer despedirse de mí. Y en ese instante siento elevarme. Levantarme de la silla y salir por la ventana de una habitación que me retiene enjaulado. Y sobrevolar la oscuridad. Surcar la noche así como lo hace el dragón. Todas las noches. Iluminar con fuego y cantar melodías a base de rugidos. Escapar por un momento de la oscuridad que aprisiona. Sentirme importante por una noche, solo por una noche.

Pero lo pienso mejor antes de aventarme a la oscuridad a través de mi ventana. Y mientras veo la cola del dragón meciéndose allá a lo lejos, desapareciendo en el espacio, cierro la ventana y pongo el seguro. El dragón se reduce a una gota naranja en el firmamento.

Un espasmo me lleva de vuelta a mi realidad. De nuevo solo en mi habitación, contemplo la pelota de espuma que descansa en el suelo. Escucho quejidos desde la habitación de mis padres. Otra vez, otra noche en esa oscuridad, en esa interminable caída. Sin destellos blancos tan brillantes como los ojos de un feroz dragón.

Excepto yo, un diminuto punto blanco entre tantísimos otros puntos blancos, que sueña con convertirse en un gran dragón.

Uno como el que veo desde la ventana de mi habitación.

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Hola. Soy nuevo en este foro y aún tengo algunas dudas sobre su funcionamiento.
Quería compartir mis relatos, que publico en mi propia web, para tener la opinión crítica de otros aficionados o profesionales de la escritura pero son un poco largos (entre 3.000 y 4.000 palabras más o menos) y con imágenes.
¿Es posible publicar un enlace a ellos o hay alguna otra sección donde se pueda hacer?.

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Como hoy es 6 de Junio, aniversario del Desembarco de Normandía, escribo aquí, a modo de homenaje, la biografía del protagonista de mis relatos, que participó en esa batalla. Espero que os parezca interesante y que dejéis vuestras opiniones

Ricardo Kaplan. Biografía
Ricardo Kaplan (Richard Theodore Kaplan) nació el 12 de Abril de 1916 en la pequeña localidad rural de Jack Pine (sureste del condado de Teton), en un valle atravesado por el arroyo Granite, entre las montañas de la cordillera Gros Ventre, en el estado de Wyoming. Está en el corazón de las Montañas Rocosas Centrales y muy cerca de la frontera con Idaho, en el Bosque Nacional Bridger-Teton.

Es hijo de Ethel y Jeremías Kaplan.


Su formación escolar infantil y juvenil corrió a cargo de sus padres en el rancho familiar de Jack Pine, dedicado al ganado, principalmente caballos y en menor medida reses bovinas. Ambas eran personas instruidas y amantes de las ciencias y de las letras.

Su padre, Jeremías, conocido de William Dickson Boyce, fundador de los Boy Scouts (y conocido de otras personalidades, como puedes ver en su biografía), fue benefactor de la organización en los condados de Teton y Sublette, e inculcó a su hijo Ricardo el amor por la naturaleza y su conservación, cosa que éste ya traía en la sangre.


Aunque no tenían especial interés en la política, padre e hijo eran grandes admiradores del legado de Theodore Roosevelt y de su mesura entre progreso y conservación de la naturaleza. De hecho, inspiró el segundo nombre de Ricardo.

A finales de 1930, un joven de Williston, Dakota del Norte, llamado Juan Broad, de una de tantas familias de granjeros víctimas de la crisis del 29 que tuvieron que emigrar a la costa oeste en busca de trabajo, se cruzó casualmente en la vida de los Kaplan y le ofrecieron un trabajo en el rancho. La familia admiró sus excelentes maneras para el trabajo, además de su carácter equilibrado y su buena educación. Desde el primer momento, Juan y Ricardo congeniaron muy bien, convirtiéndose el primero como en un hermano mayor para el segundo.

En el verano de 1933, los padres envían a Ricardo con su tío materno a la ciudad de Los Ángeles para estudiar Derecho en la USC Gould, donde, tras acabar los estudios, empieza a trabajar en un bufete de abogados en el cual comienza una prometedora carrera, ganándose el respeto de sus compañeros y sus jefes con su carácter íntegro, templado y diligente.

Aprovecha los fines de semana para escaparse al Parque Nacional de las Secuoyas, donde alquila una cabaña cerca de Kernville, aunque la mayor parte de las veces duerme al raso en los alrededores de Black Mountain, región con buenos ríos y arroyos para la pesca con mosca.

A principios de 1942, con 25 años decide alistarse como voluntario para participar en la liberación de Europa, siendo poco después uno de los primeros soldados en formar parte de la recientemente creada 101 División Aerotransportada, todavía con el efímero William C. Lee al mando.

En la madrugada del 6 de Junio de 1944 participó en el masivo salto nocturno de paracaidistas previo al Desembarco de Normandía, participando en importantes operaciones en la península de Cotentin que facilitarían posteriormente la toma de Cherburgo, puerto de vital importancia para el inicio de la ofensiva Aliada.

En Diciembre de ese mismo año, en la cruenta Batalla de las Ardenas, Ricardo fue herido en la cadera durante la épica defensa de Bastoña por parte de su división, y fue evacuado a un tren hospital para recuperarse de sus heridas.


Allí conoció a Teresa (Marie-Therese Lafayette), joven enfermera voluntaria francesa, con quien entabló una cordial e íntima amistad.

Casualmente el padre de Teresa, que se ganó una excelente reputación como ingeniero ayudando desinteresadamente en la reconstrucción de diversos pueblos de Francia tras la Primera Guerra Mundial, había sido invitado a participar como asesor en la construcción de la presa Hoover, en el río Colorado, pasando Teresa casi cuatro años de su infancia en Boulder City.

Teresa, instruida por su padre, era una gran conocedora y amante de las virtudes de la ingeniería y de la geología, quedando fascinada por el extraordinario paisaje del Gran Cañón del Colorado.

Ricardo se reincorporó a su unidad poco antes de la liberación de Berlín y, tras la rendición de Alemania, trabajó como ayudante del fiscal Robert H. Jackson en los juicios de Nuremberg.

Se dice que fue Ricardo quien animó al tenaz fiscal a reorientar sus argumentos contra los acusados, que se estaban debilitando con el transcurso de las jornadas.

Sin embargo la, para Ricardo, incomprensible indulgencia del fiscal con el nazi Albert Speer, provocó una notable e irreparable diferencia entre los dos, la cual hizo que Ricardo acabara renegando del proceso, del cual nunca le gustó volver a hablar.

Unos meses después, Ricardo y Teresa contrajeron matrimonio y regresaron a los Estados Unidos, asentándose en una modesta y acogedora casa pintada de azul en el 1320 de la Avenida North Columbus, en Glendale, California, mientras Ricardo retomaba su carrera como abogado, en la cual ya no tenía la misma fe que antes de la guerra.


Una vez por trimestre, el matrimonio se iba a pasar cinco días a la granja familiar de Jack Pine con los padres de Ricardo, y siempre que podían, estos venían también a Glendale.

Casi todos los fines de semana los disfrutaban en la cabaña de Kernville, y aunque Ricardo no consiguió inculcar a Teresa el amor por la pesca fluvial y mucho menos por la caza, ésta sí atrajo a su esposo a los entresijos de la ingeniería y la geología, que acabarían siendo de gran interés para él.

Aunque muchas veces se mofaba de Teresa porque era capaz de estar cinco minutos admirando una piedra, se estaba dando cuenta de que poco a poco lo estaba aprendiendo a hacer él también, cosa que aprovechaba Teresa para una divertida venganza.


Ambos habían acordado el proyecto de hacer, en cuanto les fuera posible, un viaje a caballo alrededor del Gran Cañón, que esperaban con impaciencia.

Una mañana de Febrero de 1951, cuando el matrimonio se dirigía a la estación de tren para viajar al rancho familiar, con motivo de informar por sorpresa de que esperaban el nacimiento de su primer hijo, se produjo a su paso la explosión accidental de la caldera de una locomotora.

Aunque Ricardo salió prácticamente ileso, una esquirla de metal impactó directamente en la cabeza de Teresa, acabando con su vida al instante.

Desde ese trágico acontecimiento, tardó muy poco en abandonar su carrera en la abogacía. Se despidió por última vez de la cabaña de Kernville y de los arroyos de la zona, vendió la casa de Glendale y regresó definitivamente a Jack Pine, donde se construyó una casa a apenas una milla de la de sus padres.


Hoy, Ricardo, en sociedad con Juan Broad, presta servicios de guía e instructor de caza y pesca en toda la región, a la vez que ambos ayudan en las labores del rancho familiar.

Sus numerosos contactos de California vienen a menudo reclamando sus servicios, cada vez más reconocidos por los turistas de la costa oeste, creando un pujante negocio.

Su conocimiento del mundo natural y la manera en la que se desenvuelve en él, hacen de sus jornadas de guía e instructor una experiencia fascinante para muchos.


FIN

Enhorabuena @Trillo08 No sé cómo serían los demás pero el tuyo es excelente, digno de premio. Yo con 15 años no habría escrito algo ni la mitad de bueno.
Me parece intuir que tienes buena formación lectora; que te interesa la literatura y lees. Si sigues así puedes hacer cosas geniales. Tienes madera de escritor.

Muchas gracias, mensajes así me motivan a seguir escribiendo. Ahora estoy con un proyecto que ojalá salga bien y pueda compartirlo contigo.

Se nota el esfuerzo y la dedicación en esto. Cuál es el enlace a tu página?

15 años?

Bueno, muchas felicidades. Yo perdí la mayoría de cosas que escribí a los 15, porque no es tan fácil cuidar un papel.

Sigue escribiendo

Suelo publicar todos mis escritos en instagram (@hugotrillo8_), recién estoy empezando a abrirme a publicar en plataformas como wattpad y megustaescribir.com

Muchas gracias por tu mensaje.

Estaré encantado de leerlo.

Hola @Ohm
Perdóname, soy nuevo en este foro y no estoy seguro de a quién preguntas por el enlace.
Si es a mi, muchas gracias. El enlace a mi página es mundokaplan.com

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Hola.
Os dejo el enlace a mi último relato publicado ayer. Espero que os guste y me deis vuestra opinión:

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Hola. Os dejo aquí el enlace a la segunda parte de este relato. Espero que os guste.

Hola Kaplan, la verdad que el género no es lo mío en absoluto, pero está bien escrito y clavas el tema de los años 50. A mí también me gustan mucho los años 50 y 60 (la era dorada de la ciencia ficción, que es lo mío).

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Muchas gracias por tu comentario @Avedon :slight_smile:

Hola, me gustaría dejar por aquí el prologo de algo que estoy escribiendo, me da algo de vergüenza pedirle opinión a algún conocido ya que es lo primero que escribo y agradecería muchísimo cualquier opinión que pudierais darme.


Aún recordaba la primera vez, la sangre fluyendo entre sus dedos, la adrenalina que le impedía pensar con claridad creando la sensación de un momento eterno, el olor, sobre todo el olor, el olor de aquel liquido carmesí, fue para toda sorpresa lo que mas le sorprendió en aquella primera vez. En eso pensaba mientras rajaba la garganta de aquel hombre, sin embargo había algo nuevo , algo que no había estado presente en sus experiencias anteriores, la ira, la rabia, las ganas incontrolables de hacerle pagar…

Creo que me estoy adelantando, permitidme contaros una breve historia, la historia de un niño que tuvo que crecer solo y adaptarse para sobrevivir a un mundo despiadado y oscuro. Su padre, quien pereció en la batalla de Eras defendiendo los intereses de un rey déspota mas centrado en su orgullo que en proteger su reino, solo compartió con el 4 años de vida. Apenas existían en su mente recuerdos de él, una silueta borrosa y sin cara en su memoria.
Su madre sucumbió a la fiebre negra cuando el chico tenia 10 años, la falta de dinero y la consecuente mala alimentación la había debilitado hasta tal punto que apenas duró una semana desde la aparición de los primeros síntomas.

Tras fallecer su madre, el chico abandonó su pueblo para mendigar en la capital, un viaje duro, que casi le costó la vida, pues partió de allí con no mas que un pedazo de pan mordisqueado que le había quitado a dos ratas del tamaño de gatos. Nunca olvido el momento en que vio los muros de la ciudad bañados por la luz del atardecer de un sol que se asomaba tímidamente sobre las almenaras, mas fue un breve momento, ya que no pasaron ni diez segundos hasta que perdió el conocimiento a causa del hambre.

Gracias por compartir.

Te pregunto: ¿Es un prólogo o el resumen de tu historia? El primer párrafo trata de adentrar, me gusta, el segundo hace una pausa y el tercer párrafo parece que cambia el estilo narrativo.

Te puedo recomendar agregar descripciones. Darle forma y personalidad a los personajes. Crear la historia de fondo y dar pequeños pasos.

Más adelante puedo hacerte más recomendaciones :relaxed:.

Comparte más me gustaría saber más de la historia.