Hola Christian.
Agradezco tu interés en el tema y ciertamente, me parece muy interesante.
Como creo que ya he comentado anteriormente, no es una crítica el modo de proceder de las editoriales tradicionales. De hecho las otras, esas que tú denominas que ofrecen servicios editoriales, tampoco son merecedoras de recibir ningún menosprecio, salvo que su proceder, no sea ético, sea abusivo o el autor se sienta engañado. Hasta ahí creo que todos estamos de acuerdo.
Por otra parte, yo comprendo perfectamente que una editorial, es difícil que confíe en un escritor que no ha publicado nunca. Vargas Llosa, por ejemplo, fue recorriendo a modo de penitencia distintas editoriales hasta que se encontró con una que confió en él. Y esa historia, se puede aplicar a muchos otros escritores, y pintores y artistas en general. Es decir, por un lado la editorial necesita tener una cierta intuición de si tu libro tiene cabida en el mercado, si se puede vender, etc. Es lógico. La editorial, va a invertir mucho tiempo y dinero en revisar tu documento, analizar la sintaxis y todas esas tareas que hay que hacer después de que tú hayas dado por terminado el libro. Y después, hay que diseñar la portada, imprimirlo y hacer una campaña de publicidad. Demasiado tiempo y dinero para que cualquier escritor novel pretenda que la editorial haga todo eso a cambio de tirar una moneda al aire y ver si sale cara.
Es como en el fútbol. Ningún equipo va a pagar cien millones por un tío que ni siquiera sabes si juega al fútbol. Algo tendrá que demostrar. Pues con los libros pasa lo mismo.
Entonces, ¿cómo se rompe ese círculo vicioso? Pues con la técnica del bombardeo militar. Los cañones machacan un área y en algún momento, modificando la trayectoria de los obuses, uno dará de pleno en el blanco. Serán cien, doscientos o veintidós disparos, pero en algún momento, acertarás. O sea, Vargas Llosa, por seguir con el ejemplo, lo siguió intentando hasta que consiguió dar con una editorial que creyó en él.
Como tú comentas, luego están las que a falta de buenos escritores disponibles y prolíficos, se dedican a buscar escritores noveles, ansiosos por ver publicados sus obras y dispuestos a pagar por ello. Lo peor que les puede pasar a esas “editoriales” es que no ganen dinero, pero seguro, seguro, que no pierden. Y si la cosa funciona, hasta es posible que ganen algo.
Así las cosas, las salidas que tenemos los amateurs, son escasas: o pagas para publicar tus propios libros; o intentas convencer a una editorial que en el fondo eres el nuevo Pérez Reverte; o publicas en Amazon. Bueno hay otra alternativa: meter tu libro en un cajón y que lo descubran tus nietos cuando al morir tú vendan los muebles a un trapero. Pero no escribimos para eso. Y ahí me inluyo yo.
Escribimos porque necesitamos decir algo a alguien. Porque necesitamos contar historias. Algunas se corresponden con la realidad de unos seres que existen, viven y respiran. Otros, son fruto de la imaginación. Pero escribir responde a la necesidad de contactar con seres desconocidos, no necesariamente de otra galaxia, sino a veces, con aquellos que viven en la puerta de al lado. Por eso, la necesidad de ver en forma de libro lo que teníamos dentro, pero no siempre, hemos estado dispuestos a pagar por ello. Y los de Amazon supieron ver la necesidad.
¿Que si prefiero Amazon a Planeta? Pues depende. ¿Tengo que pagar en Planeta? Pues entonces, no. Yo, en plan de broma, siempre digo que me gustaría tener el éxito de Pérez Reverte (mi favorito) pero escribiendo a mi estilo, lo cual, es ya de por sí, mutuamente excluyente. Me imagino el placer que debe dar recibir cada x meses un informe de tu editorial diciendo que te han ingresado en tu cuenta del banco un montón de miles de euros por lo derechos de autor de alguno de los 30 libros (no sé cuántos tiene) publicados con la editorial. Es como jugar al mus y además, ganar. Pero la realidad, es que dada la calidad literaria que tengo, no me quedan demasiadas alternativas y Amazon es una.
Para terminar, te voy a contar una anécdota.
Hace unos pocos años, pude contactar con una editorial que por contrato, se comprometía a publicar tu libro, a colgarlo en su web y a publicarlo en La Casa Del Libro, todoe llo, sin cobrar un duro. A mí me pareció una buena idea y llegamos a un acuerdo.
Imprimieron el libro, me dieron a escoger entre dos portadas, y como parte del trato, ellos comunican con la biblioteca municipal más próxima a tu domicilio para informarles de la nueva publicación. Se supone que la biblioteca, pone un cartelito y reserva una sala para que acudas a la presentación de un nuevo libro.
Bien. Finalmente llegó el día D. La editorial de marras me informó que la biblioteca municipal a la que debía dirigirme, no estaba en mi localidad de residencia, a pesar de que tenemos DOS bibliotecas municipales. Tuve que trasladarme a una de Málaga, distante unos 20 kms. La cita de la presentación eran las 18.00 y yo a las 16.00, todavía no había recibido la caja con los 30 o 40 ejemplares impresos y por los que NO TUVE QUE ABONAR nada de nada, como decía el contrato. En cuanto recibí los libros, salí zumbando junto con mi mjuer camino de la biblioteca. Iba preparado para salir de allí, firmando más autógrafo que Robert Redford. Llevaba, además de los libros, una pequeña carretilla para poder trasnportarlos cómodamente, una cámara de vídeo para dejar constancia para la posteridad de tan magno evento, un trípode donde dejaría la cámara preparada, y un bloc de notas y un bolígrafo para poder atender a las docenas de preguntas que pudieran formular los asistentes.
Al llegar puntuales allugar de la cita, encontramos rápidamente la sala y al llegar, desplegamos todo el arsenal. El trípode colocado en un lugar estratégico, la cámara de vídeo, etc. Y nos sentamos a esperar.
Una hora más tarde, por allí no apareció ni el tato. Teniendo en cuenta que eran primeros de junio, que hablamos de Málaga y que el verano estaba llamando a las puertas de todos, a la gente le pareció mucho más interesante irse a la playa que meterse en una biblioteca a ver la presentación de un libro de un autor novel. Así es que, con las mismas, recogimos los bártulos y nos volvimos a casa, no sin antes recordar una célebre frase de Winston Churchill: " El éxito, consiste en navegar de fracaso en fracaso, sin perder demasiado el ánimo".
Y esa es toda mi experiencia con una editorial que, imprimió el libro, lo colgó en su web, lo publicitó en Amazon y lo publicó en La Casa del Libro. Y todo ello, sin que yo tuviera que poner un euro. Pero la ilusión de ver escrito eso, era superior a cualquier otra idea. ¿Me arrepiento por ello? ¡En absoluto! Es una gente seria que cumple lo que pacta. Lo único que eché en fata en ese momento, fue un poquito de apoyo en la publicidad. Pero así estaba pactado. Por eso, al final, “siempre nos queda Amazon”.
Un saludo cordial, Christian.
Carlos