No creo que ocurra, ja, ja, ja. De hecho, pienso que estamos yendo a la raíz del asunto después de andar por las ramas. A ver, el mundo literario no es distinto a cualquier otro sector; es más, no difiere tampoco de la comunicación a nivel personal. Decía muy bien @Fernando_Trujillo algo así como que, a toro pasado, cualquiera acierta. Es verdad.
Lo cierto es que, muchas veces, quien diga o escriba algo será evaluado no tanto por su mensaje o su calidad, sino por su renombre o estatus. Nos guste o no, esto es así incluso en las conversaciones más triviales; qué no pasará entonces cuando hay prestigio o cuestiones económicas por medio. Hay casos fragantes que seguro conocemos, de autores famosos que publican luego bajo seudónimo y solo cuando se sabe que son ellos, se les ensalza de manera notoria a la par que aumentan las ventas. La marca personal hace mucho también.
En fin, labrarse un nombre es durísimo en cualquier ámbito, más si no se cuenta con respaldos importantes; y esto también es de suma importancia: nos guste o no, el mérito es más sufrido cuando no hay contactos de peso que lo avalen y cuesta más ser reconocido. Es una de las principales razones por las que algunos autores tardan más tiempo en ser encumbrados.
No obstante, los tiempos han cambiado y, desde mi punto de vista, para bien. Hoy día, las plataformas por cuenta propia han propiciado una mayor libertad de expresión y pensamiento, al tiempo que facilitan la profesionalización del escritor al no depender de tantos intermediarios. Y mi previsión es que esto no irá sino en aumento de aquí a la próxima década.
Ahora bien, como comentaba antes, esto no quiere decir que las editoriales vayan a dejar de existir porque también tienen su cometido y su razón de ser. Del mismo modo sucede con las agencias literarias; lo ideal es que un autor se pueda dedicar a escribir y sean otros quienes se encarguen de la mayor parte de los aspectos promocionales y acuerdos comerciales. A ciertos niveles, es incompatible hacer ambas cosas sin que resienta una de ellas por falta de tiempo. Hablamos ya de comercio internacional, traducciones, mercadotecnia, adaptaciones, etc.
Bueno, que me he puesto a escribir y… típico tocho de los míos, ja, ja, ja. Resumiendo: pensemos a qué público vamos a dirigirnos y, una vez lo tengamos claro, hay que averiguar cuál es el modo más eficaz de llegar a él. No hay un camino único para todos, sino uno en concreto para cada uno.
¡Un placer de conversación! ¡Gran hilo, chavales!